martes, 17 de enero de 2012

Otoño siempre



Entré al invierno y encontré una solemne y retante mirada. 
Unos labios suaves, tersos; 
infinitamente acogedores a los besos que entre alcohol he reservado. 

Incorrectamente tomaste mi mano , 
abrazaste mi suspicaz incomodidad 
en aquella mesa rodeada de humo, risas falsas y olor a nostalgia. 

Pudimos encontrarnos con la luna, esa hipnotizante luz que
rodeaba nuestro abrazo, nuestro respirar inverosímil 
que temblaba con el viento, revolviendo hojas con el cabello,
entrañando sonrisas en la parte menos rota del corazón. 

Otoño, era otoño.
Tu piel me lo gritó, 
nuestro caminar lo descubrió. 

De esas veces que sin palabras
se envolvieron nuestras manos 
en una burbuja ligera; 
transportaba la livianez de las palabras
a los lienzos impacientes de un nosotros. 

Esas hojas que crujían cuando el viento se agitaba, 
fueron aquellas veces que con mirarme te conformabas;
esos días que sin querer me pensabas, 
esas lunas que sublimemente me extrañabas. 

Marrón mis ojos, 
ámbar tu mirada;
fusionaron en un nacarado encuentro
que ni el frío ni el tiempo han de herir, de estrujar. 

Otoño, sabíamos que no era otoño; 
porque antes del viento y antes de las hojas
hubo nieve en nuestro adentro, 
escondida tal vez, porque mis ansias de quererte
y tu incesante deseo se fusionaron con un suspiro, 
cual gota de rocío sobre la ventana que descubre el cielo. 

Otoño, 
hicimos el otoño en invierno, 
ni el florecer primaveral 
ni el arrogante sol veraniego
podrán quebrantar la pasión ocre,
conmigo, contigo; otoño siempre. 

>> Cuando digo "que bonito es el otoño",
significa "te quiero". <<

[Arianna Luján]