jueves, 19 de diciembre de 2013

Utopías del amor IV

Silencio
Me paso los días en gerundio:
deseando / pensando / anhelando /
queriendo / soñando / divagando /
escribiendo / esperando / silenciando...
me sorbo las noches en "te quiero" silenciosamente. 

Y en cada parte de la vida,
esta vida más tuya que mía;
extrañando - (te). 

Mond* 


martes, 17 de diciembre de 2013

Utopías del amor III



Atardecer

En otoño ya no se caen las hojas sobre la puerta de la entrada,
se difuminan sombras de ventarrones en los vidrios sin cortinas.
Hay un diluvio de escarchados abrazos en el pecho,
se concentran los campos de pétalos y no hay flores.

He visto desvanecerse las mañanas,
hemos visto renacer el sol aún en la distancia;
te extraño, sé que me has extrañado también.
¡Cuánta añoranza puede haber en nuestros labios!

El olor a tierra se marchita al día,
la cúspide de tu piel se siente con el atardecer,
con ese astro que recorre mi piel cuando camino por la acera,
cuando estoy frente a la fuente y me abrazan los poemas.

Tus alas y mi volcánico deseo de volar,
están sintonizados, en un palpitar inevitable.
Me gusta fusionarnos al atardecer.
Dejemos que nos alcance la noche...

Te quiero.

Mond*


sábado, 2 de noviembre de 2013

Utopías del amor II

Parte II
Ausencia

Se vaciaron las noches,
hoy no estás en ellas.
Camino sobre la habitación,
recojo pensamientos en llamas.

Parece que soy alérgica,
alérgica a tu ausencia;
a no encontrar tu piel aunque esté tu aroma;
a estrujar momentos y encontrar vacío...
a querer llamarte y esconderte en versos.

Habitas en mi cuerpo,
recorres el tiempo en mi cabello;
absorbes mis más profundos pensamientos,
me quieres... y estás lejos.

Esta boca urgente de versarte,
estos oídos reprimidos de tu eco,
este palpitar buscando tus besos.

Ven pronto, ven ya.

Tu ausencia retarda sonrisas;
mis ojos, reclaman tu visita.


Mond*

jueves, 31 de octubre de 2013

Utopías del amor












Parte I
AMANECER

Amanecen tus brazos entretejidos en mi espalda;
tu cuerpo sereno reposando sobre las sábanas,
mi piel se ha suavizado ya con tus besos,
mis besos; cayendo aún sobre tu cara.

Suspiros que fraguan la melancolía de lunas pasadas,
tus dientes mezclándose con mi querer apasionado;
tus dedos, cual pincel sobre fabriano;
diluyéndose con gotas de amor acariciando mi alma.

Delineamos con sonrisas la madrugada,
enmarcamos el éxtasis con abrazos vívidos;
matizamos el amor con tu piel tostada, con mi piel canela;
con nuestras manos entrelazadas.

Besos que leen el mapa de tu cuerpo,
que desciframos sin prisa y mucho querer;
brillamos dejándonos caer a la ternura de cada amanecer.


Mond*



miércoles, 9 de octubre de 2013

Para ti


[Escuchando Autumn - Carla Bruni]


Tal vez no lo sepas,
tal vez no lo creas,
tal vez está de sobra escribirte...
porque no te importa si te pienso o no.


Te quiero;
te traigo encapsulado entre la espalda y el tórax,
entre la sonrisa de primavera y el cabello oscuro;
entre la vida... y un adiós sin palabras.

Te extraño;
te me vas entre poesía y lunas hermosas,
tal como llegaste a mí.

Te quiero,
qué importa lo que haya pasado,
qué importa lo que nunca fuimos juntos.
Quiero abrazarte, besarte. Tenerte.

¿Nos perdimos antes de tenernos?,
¿nos tuvimos y nos dejamos ir?

Quizá siempre fuiste una ilusión con métrica y rima,
de esas que nunca se alcanzan;
que viven en versos y duelen dentro.

Mis oídos retumban con este silencio,
qué agonía no poder extrañar ni siquiera el sonido de tu voz.

Te quiero. ¿Recuerdas mi nombre?.
Te extraño. Traigo tus ojos clavados en el alma.

Mond*

lunes, 16 de septiembre de 2013

Matices


¿Quererte?
Es tan solo el final de aquel principio;
cuando el verbo cambió y empezó con A.

Matices de tu piel son los que encuentro
entre las lunas cálidas y los soles fríos;
matizo la cordura con nuestra locura...
siempre ha sido solo nuestra.

¿Qué color tiene el cielo para vos (ti) ?
mis cielos se han tornado color melocotón,
esa suave ternura entre los duraznos y manzanas
que en tus sonrisas emanas y con tus dedos alcanzas.

Se matizaron mis nostalgias con tus discretos detalles;
esos que todos notan y nadie consta de realidad.
Eres real, entre el matiz de mis suspiros con el viento
que agrede las paredes de mi casa.
Eres sueño, en los matices que la distancia de tus dedos a mi cabello...
figuran cada noche palpitándome acá dentro.

La vida está matizada de ti,
¿qué cosa puede ser solo un sí o un no?
eres el matiz más puro y maravilloso,
que mis ojos anhelan concebir.

Falta matiz... entre el tú y yo.
Aquel que va de tus labios a mi espalda,
de mis ojos a tu cabello;
matiz de tus "te quiero", a mis "te amo".

Matices... solo tengo matices de ti.

Annaira Mond*

domingo, 4 de agosto de 2013

Quiero

Quiero...

Revolotear tu cabello y ganarle la partida al viento,
hacer ceder mi sonrisa cuando se encuentre con tus labios.
Quiero quererte como si nada tuviera un fin,
abrazarte hasta dormirnos en un manto lunar;
con gotas de alegría y cuerpos relajados al amar.
Estrechar tus mejillas suaves y tiernas con mis hombros;
mantener tus manos sobre mi espina dorsal,
mirar tus hermosos ojos tímidos que miran sin dejar respirar.

Quiero...

Que esta realidad y sueño no se escapen de mañana,
ni de tarde; que emanen añoranza en la noche.
Que haya tregua entre la ilusión desgarradora
y la esperanza de dos enamorados.

Quiero...

Quererte más allá de lo normal,
más que con cordura, con locura hacerlo pasar.
Que me quieras sin dejar espacio para más allá,
que te enciendas con la misma llama que me consume al hablar.

Quiero... te quiero [yo te quiero muchísimo más].

Annaira Mond* ®

domingo, 28 de julio de 2013

Duraznos sin almíbar
















[Relatos de un corazón quebrantado]

Olvido el sendero a los campos de cerezas,
encontré frondosos árboles de duraznos en primavera;
era también otoño -tal vez-.

Sus hojitas llenas de telarañas brillaban con el sol,
revoloteaban los colibríes sobre sus brazos;
las nubes convertían en paraíso el sembradía de duraznos.

Desempolvé algunos árboles,
estaban llenos de vivacidad;
entre los duraznos había también manzanas;
y en el centro se habían plantado fresas.

Era un endulzante extraño para mis palpitaciones,
me sorprendía cada vez que me adentraba a su profundidad.
Los duraznos eran grandes y suaves;
de un color suave y con chapitas rojas en su parte superior;
las manzanas; amarillas como el sol, deslumbraban mis labios;
eran dulces y llenaban de versos locos mi querer.

Las fresas estaban en el corazón del cultivo,
las cubría un muro de chocolate y dulce marrón.
Entre más cerca sentía los duraznos, más lejos de mis manos se encontraban.

Quise tener duraznos en almíbar para comer,
beber, cenar; cuidar y prosperar.
Cada siempre sonreía al tener esos duraznos en la mente.
Mi corazón destilaba el almíbar sin querer,
bañaba las manzanas a mi camino,
arrancaba los frutos que no iban con ese querer.

Los duraznos cada vez estaban más al cielo,
menos al alcance de mi corazón poderlos tener.
Al almíbar estaba a punto de desbordarse sobre sus hojas,
esas verdes y vivas hojas espolvoreadas de viento y semillas de otro jardín.

Cayó una tormenta,
eran días de verano ya;
el viento fuerte rompió el espejo del corazón cristalino...
caímos al abismo envuelto en papel de soledad.

Así los duraznos, se quedaron sin almíbar;
así el almíbar; se tiene que quedar en la nevera.

Duraznos sin almíbar, que rompieron un corazón.

Annaira Mond*


miércoles, 24 de julio de 2013

Delirios de cordura III

[Envolviendo la piel en retazos de ti]
Delirios de cordura III
Capítulo no registrado

Suena > El grito ahogado entre sombras

Era casi media noche, la piel reclamaba el despojo de toda prenda; las pupilas enrojecidas no concedían más paso a los hologramas de vida. Caía rendida a la noche como entregándole mi alma al espacio.
Enmudecida, alerta de nada y de todo lo interno; no puedo dejarte caer de mis labios; me repetía como canción en la cabeza. ¿Puedo ser discreta?, aunque no sientas mis pupilas curiosas sobre tus manos; sabes que a cada letra te grito mi querer.
¿Qué son los sueños profundos si no la vida misma? , no eres profundo; eres práctico y confuso, alteras la dosis de dopamina en mi interior, como si remolcaras la lava de un volcán callado; así llegas de pronto a mi locura, queriendo hacerme erupción.
Conoces el mapa de mi mente, sabes cómo llenarla de atajos o laberintos qué descubrir mientras beso tus labios tiernos con sabor a nubes grises -de esas que me encantan- .
Entonces, ¿seré para ti un laberinto, un sendero o un atajo al inverosímil deber de -tu- existir?
Dices que te recuerdo al otoño, o el otoño te regresa mi imagen; algo así. Si yo te contara todo aquello que me hace tenerte tan presente -siempre-... el aire se corta con mis espasmos, las noches son nostalgia si no acompañas la luna. La vida no es tan excitante si no menciono tu nombre con una sonrisa infantil , estúpida.
Ya son las 3 de la mañana, mi paladar sigue saboreando el fantasma que habita en mí.
Revuelvo las sábanas, abrazo la ausencia, tomo agua como si bebiera tu espalda. Tus manos se presentaron en mis manos, tus ganas... mis ganas. ¿Cuántas cartas he escrito tan llena de euforia, repleta de tu presencia sin podértelas entregar... o insinuar siquiera?
Me vence la lluvia, que arrulla mi cansancio. Besas mi frente, dejo caer mi cabeza sobre tu cuerpo; dejo caerme al vacío que llaman sueño nocturno.

Yo te cielo -diría Frida- .

M o n d *  

martes, 23 de julio de 2013

Cartas sin café I

No sé decir adiós

(Tango II) 

Como si las hojas le pidieran perdon al tronco
por caerse entre la tierra y el pavimento.
¿Acaso también sienten esa caída libre
a “no sé dónde” carajos?
No creo que el mar se preocupe por despedir
cada ola que se pierde en la arena ,
que los frutos se llenen de nostalgia al partir a un frutero;
que las piedras dejen la minería para estar galantes
en un mostrador esperando su nueva partida.
Como si los suspiros previeran su expulsión,
o las lágrimas dejaran cartas diciendo “me voy”.

Siempre había esperado una despedida,
me la he merecido; es más difícil decir “adiós”
que huír, esconderse en cobardía
y echarse a la barranca del olvido.

Como el pasto que se pisa día a día,
reverdece, se marchita, se quema...
y ni cuanta se dan nuestros pies.

Tal vez sólo merece una despedida
lo que logró hacer algo impregnarse,
no sólo dejando huella.

Me voy... regreso a mí,
vuelvo al cofre lleno de magia
que no había sido infectado por malicia. 
Quiero mantener viva la piel,
el volcán vuelto erupción;
mi corazón tan lleno de colores. 

- Esperamos un querer, cuentan por ahí - 

¡¿Cómo se dice “adiós”?! ,
aún no encuentro la manera.
Lo insensato en mi cabeza es
estar pensando en cómo despedirme
de un lugar en el que ni siquiera hubo bienvenida,
o - ni siquiera - se ha notado mi estadía. 

Annaira Mond* 


martes, 16 de julio de 2013

Volando sin aterrizar I

[Destino: el campo de cerezas]

Te veo sin encontrarte,
conservo un trozo de corazón intacto,
imperfecto.
No te amo, no te amé; sabemos.
Pero te he querido tanto,
te he tenido tan poco,
¿te tuve?
Traigo las alas abiertas,
se impulsan del árbol seco; sin hojas.
Algunas palabras, mucha añoranza...
poco amor, ¿tienes corazón?
Me pareció ver que se lo llevó un fantasma,
ultrajo la miel de tu cuerpo,
lo terso de tu piel, lo escuálido de lo que es querer.
Dejé la caverna de los recuerdos,
pude enseñarte cómo es mi vuelo:
sin atajos, lleno de caos; repleto de toda yo.
[Locura, me llaman; rareza, me ven]
Ya no llueve,
donde hubo pasto verde, se quedó con tierra;
de esa árida que se pega en la piel como recuerdo,
que ensucia el sendero que cruzábamos a ciegas... dicen.
Dormí, cerré los ojos y ya no estabas, no estás.
¿Qué fue del ventarrón que nos empujaba al cielo?
No sé si te caíste tú o me enterré yo.
No existes, ni siquiera en la locura, en la cordura;
sólo tengo rasgos de ti en la extrañeza de tu nombre.

Tal vez no te quise, 
tal vez sólo es que te quiero.
¿Qué eres además de palabras?, ¿mentiras?... 
Sigo volando, las nubes huelen a durazno fresco;
la lluvia me sabe a chocolate con bombones.
El pasto reverdece, el cielo se coloreó sin ti. 
Mi piel siente la cercanía del campo de cerezas,
como el sabor de los besos que te daba
sin que tu notaras cómo te acariciaba en el vuelo.

Annaira Mond* 



De la ansiedad II


[Algún día, en algún lugar.]

Una taza de té, le contaba la cantidad de líquido en la taza;
se le acabó el fuego a la llamita de la vela a escasos centímetros de sus manos.
Su respiración se atrofia, la cabeza le golpea la razón;
la inestabilidad hormonal le exige doblar el cuerpo,
resguardar las manos entre el vientre y las piernas.
Se siente la fuerza de un par de manos en el pecho,
se contraen los latidos del corazón; se le evapora el aliento.
Empiezan a caérsele las fuerzas de la tensión corporal,
la frente se le empapa de sudor, las extremidades tambalean;
no se puede mover a pesar del esfuerzo.
Las voces... ¡esas voces otra vez!, ultrajan sus oídos,
invaden su realidad efímera , escucha el silencio:
autos, sirenas, las hojas moviéndose fuera de su recámara;
los pasos de los niños corriendo en el pavimento,
su respiración se apaga... Cae, su alma envuelta y con nada.
No murió, le regresó el aliento cuando encontró
los trozos de corazón que quedaban en la almohada.

Mond*


domingo, 7 de julio de 2013

Sorbos de café

Ya está lista la cafetera,
preparo el café como te gusta:
caliente, sin azúcar y negro como este día.
Levanté los pedazos de la sonrisa de hace unos días,
no encontré todos los trozos de dulzura, ¿te los llevaste?
La casa entera huele a café,
huele a mí, dejando la puerta abierta para que entres.
¿Ya llegarás... o ya te fuiste?
No sé cómo pudiste haberte escapado del sueño,
tan sólo bastó que se callara el alma,
bastó que vinieran las nubes grises...
tal vez miraste otra ventana con nubes distintas.

Tu voz... ni siquiera puede resonarme en el cabello,
tengo tu aliento suave y maduro; extenso de ti,
lo llevo en los hombros y el cuello.

Llevo mis manos a acariciar mis muslos,
tal vez te gustaría estar aquí ahora.
Deja que encienda la nicotina esta vez,
que se mezcle con el olor apasionante de nuestro café.
Grítame, estréchame en tu parte más vulnerable;
da la vuelta en la esquina de los aparadores que engañan,
¿lo notas? ... tal vez es que piensas en mí, como yo en ti.

¿Otra taza de café ... como siempre?
Las luces se tornan cálidas,
la piel está fría; siguen escurriendo gotas de noche por mi cuerpo.
Me encantaría besarte, tenerte entre la pared y la noche;
ven, que necesito rehacer esa sonrisa tan tuya.
Toma con tus manos mi rostro, mírame...
lee en mis ojos marrones lo que te quiero;
que no sea temprano para decir que no lo hago.

Sórbeme; delicada y exquisitamente
como haces tuyo el café en tus labios,
agárrame, como tomas la taza:
delicada y egoístamente sólo para ti.

Se escondió el sol para no pensarte,
iré por la cafetera...  otro café reparador.
Sorbo de la taza como si tuviera tu piel aquí.


Annaira Mond*

sábado, 6 de julio de 2013

Toma--me

Aquí, entre tres almohadas y tu nombre,
repito la misma pieza que me recuerda a ti.
Abrazo un suspiro que se escapa,
espera encontrarte y es muy terco.
Habitas una parte, la que cubre mi pecho;
la que desnuda mi alma.
Me até a tu voz, que desconozco;
la busco mientras cierro los ojos
y las gotas de lluvia rocían las hojas del árbol de afuera.
Toma, te regalo este momento;
sé que no sabrás que ha sido nuestro,
pero tal vez cuando pises un charco,
te resuene en una sonrisa mi nombre.
La cama está fría 
y mi corazón ardiente;
la fatiga de no esperarte
come ansias de abrazarte. 
Podrás mirarme en otros ojos,
cuando sólo puedas tenerme en tu mente;
podré tenerte cuando me dejes entrar,
sin que pueda salir de las paredes 
de dos corazones sincronizando un querer. 
Toma, aquí está;
las letras  nos entrelazan,
quiero beber de tus labios el silencio;
avivar tus ojos, remordernos entre sí el deseo. 

Toma... aquí estamos; somos uno, somos nosotros. 

Te quiero. 


Annaira Mond* 

sábado, 1 de junio de 2013

Vístete

[No te quiero, pero sabes que lo hacemos]

Tan fácil que fue grabarte en mi listón,
deteniéndote en el tiempo y la muerte de una parte de ti.

Deja de querer desnudar mi cuerpo, esa no es hazaña;
ten valor de desvestirme el alma, vístete de verdades.
Ya no busques mis caricias entre tu espalda y la pasión,
vístete de mis sonrisas por las cortinas pesadas de tu tristeza.

Recuérdame sin recelo, piensa en mí valiente; ¿lo eres?
Aleja tu deseo ególatra de hacerme quererte,
no me atrapan tus palabras vacías de ti y llenas de máscaras;
no me intentes sorprender, eso ya no funciona en este corazón sublime;
encántame sin tenderte en la luz molesta del verano.

Atrévete, vístete de mí conmigo;
no te escondas en cuentos,
¿no te gustan las metáforas?
Tu indeferencia deja de importarme,
me conflictúa más tu terquedad a negarme ante ti.

Desnúdate solo, envísteme de frente;
no busques el costado que ahogue mi delirio
y cobije tu negación a la vida.

Sé valiente, vístenos de olvido si quieres;
deja de disfrazar tu melancolía con patanería.

¡Te deseo libre de quererme!
no te espero, nos desencontramos;
no te extraño, nos evitamos;
no te miento, soy transparente
No me hieres, nos herimos.
Encontrémonos ausentes de ego,
te creía -como te describías-,
más con alas que con pies enredados, estáticos.

Yo vuelo, inquieta;
destino voraz de sueños sin romperse.
La realidad es más extraordinaria soñando despiertos,
los sueños que permanecen, son los que se viven sin dormir.

Te pienso, no te quiero (¿o sí?).
¿Corremos el telón y protagonizamos la vida?
¿Cortamos la respiración y nos ahogamos en el mundo?
 Sé... vístete sin pudor contigo, conmigo.

Mond

viernes, 31 de mayo de 2013

Café I [Tango] 

Historias de café
Capítulo XXIV [Parte I]

[Tango en la fuente]

Sentada en la mesa del rincón, puedo contemplar la soledad de tres parejas en diferentes lugares de este sitio. Traigo sabor a té chai verde, ya lo extrañaban mis cigarros; frappé, para variar lo cálido de la lengua antecedente. Desde hace unos 7 días me persiguen las abejas, ¿las persigo yo?; quizá sienten cómo se le escurren las letras empalagosas a mi ansiedad.

¿Ya nadie viene a tomar café con sí mismo?  Mi cabello exhala letras, mi piel -canela- contagia oraciones, mi boca atraganta versos, mis piernas corretean cuentos; mi mente no se queda quieta aquí.

El abrazo de sol ya hizo derretirse 1/3 de frappé, el teléfono suena y no contestaré, hoy quise... quiero quedarme un instante en silencio, ese que delira, que destila una calma caótica. ¡La fuente canta, baila!, el agua corre y regresa dentro de ella, como el viento sobre mis hombros restregándole aspiraciones consternadas, como los niños con su pelota; como tu nombre a mi boca estremecida y sin lucidez.

El atardecer se marcha, son apenas las 8:33pm. Un señor, de edad que sugiere experiencia -su cabello reluciente a los ya escasos rayos del día lo refieren-, se sienta en la mesa de enfrente; abre un periódico y comienza a leer mientras le pide al mesero un "americano". Como yo, el señor observa a la gente tras las hojas rugosas del periódico; puedo sentir sus ojos cansados sombre mi silla, sobre el cenicero en medio de la mesa... sobre mí -sobre todo-; ¿qué historia estará escribiendo su mente?, me comía las ganas de decirle "No señor, nadie me ha dejado plantada, hoy tuve una cita conmigo".

Se iluminan espacios en la plazuela, la gente se va quedando quieta y sin tanto gritar. Me pregunta la consciencia: "¿Cuál es tu nombre sin formalidades de convivencia?, ¿qué estarás haciendo mientras, como yo, aguardas nuestro encuentro? ", seguro vas regándote por ahí, como lluvia sobre las parcelas; como mar aterrizando esporádicamente en la arena.

El último tercio del frappé se consumió, detuve mis manos: una abrazando el bolígrafo, otra apretándome el cuello. "¿Un americano?", escuché; era el mesero que había llegado a irrumpir un suspiro. "Sí, normal", contesté sin darle mucho vuelo. Él se quedó parado frente a mí, la fuente dejaba escucharse otra vez: Carmina Burana... levanté en ese momento los ojos y él me miraba. "¿Quieres algo más?", sus ojos estaban curiosos tratando de descubrir qué -o a quién- le estaba escribiendo sin dejarme distraer. "Nada más... gracias", contesté dándole una sonrisa suave mientras apresurada regresaba los ojos al papel, estaba cubierto de una luz grisácea; la luna puso un sello acá.

Me rendí al encanto de la noche, dejé caerme en la silla mientras dejaba que el viento tomara mis mejillas; traía rezago del agua de la fuente. Revolotearon suspiros en las paredes de mi boca; una abeja sigue rondando mi lugar.
Café... tan oscuro como el tenue contraste que te dejas proyectar; marrón, ese es el color de las miradas que he dejar caer sobre mi "él"... sobre el TÚ.

Te comparto esta pieza, esta fuente; te regalo un secreto... ¿quieres?


M o n d *

jueves, 30 de mayo de 2013

Encontrándome contigo


Suena: Summer overture y un respirar inestable

Se extingue la fuerza de este cuerpo inquieto,
los días , las horas, los momentos quedaron;
se me escapan en cada paso, en cada vistazo;
emanan como fuego en hoguera a cada inhalo-exhalo.

Se contraen los músculos, se aceleran los pálpitos;
la sangre y el agua hacen una guerra en las venas,
los pulmones compadecen a mi voz si acaso me quedo en silencio.

Desnúdame la boca, los labios; deja exhibo mis versos en tu piel;
desabróchame los brazos para dejarme adherirme a tus ganas;
desenreda el montón de hilo que detiene mi aliento, déjame decir tu nombre.
Adéntrate a mis risas, mi sonrisa torpe si llegase a ver tus ojos;
quiébrame las noches susurrándome "te espero".

Amárrame a tus soles de cada amanecer,
cárgame en los hombros de los atardeceres desnudos de miedo;
embriágame de ti, para anochecer juntos en el insomnio veraniego.

No busques mi mano, encuentra mis alas abiertas;
no vivas soñándome, duerme abrazándome.
No me llames, búscame en tu pudor más discreto.
¡Ven!, tenemos erotismo en escurridizo cariño qué entregarnos.

Mond*

lunes, 27 de mayo de 2013

Sin título

Sin título
(Está lleno de ti)

Cuéntame, no detengas la saliva;
deja que tu lengua abrace mi piel,
con tus manos desvanece la infortunia,
déjate caer en mi sonrisa sin miel.

Que los estragos de las sombras
queden sin apetito de devorarnos, amor...
¡Amor!, sí, tú has destendido la cama,
cúbrete con mis caricias si me nombras,
escóndete... ¡bien desnudo entre mis piernas!
Desmenuza los nuditos de mi respiración quemada,
reviéntame las palabras guardadas;
atraviésame en sueños como si fuésemos dos lunas en la Tierra.

De ti ganas; ganas de ti,
se me rasgan los suspiros en intervalos sin aire,
me estrangulas entre la almohada sin querer;
me derrites... con tu nombre escrita en mi pared,
aquella de mis muslos que te atrapa y te deja ser.

¡No te hagas esperar!,
déjame expandidas tus ganas de querer,
que no te impida tu miedo dejarnos crecer.
Intimídame... sin quererme perder.


Mond

sábado, 25 de mayo de 2013

De la lluvia en otoño

[Al costado del otoño que cae en mi nostalgia amorosa]
> Escuchando tu voz en el silencio.

¿Sabes? , bueno sí, sí sabes; que me gusta la lluvia, escuchar si estoy en la cama cómo caen las gotas por aquel espacio en el que me siento a contemplar la luna, ver las ventanas repletas de éstas mientras caen por efecto de la gravedad a la superficie plana más cercana.
Me gusta sentir la frialdad de la lluvia sobre mi piel cuando voy caminando sin poder ver nada de lo que está enfrente de mí, me gusta la lluvia.
Hoy es un domingo con lluvia, de esa que me regala la vida para tener un poquito más de ti, no es que en días más normales no te tenga, te tengo; sólo es más fuerte ese golpe mental de tu figura, del baúl de la vida que me hace un retrato en las sonrisas con tu fisionomía.
Me gusta la lluvia, me gusta el domingo; me encanta el domingo con lluvia, lluvia de ti que emerge en mi aguda y torpe redacción metonímica a veces, pero... ¿sabes? esto no estoy segura de que lo sepas, me gusta más tu sonrisa, ese matiz; reflejo de tus ojos en la naturaleza, en los edificios, sobre mí; siempre me quedaría contigo, con lluvia o con sol, con amaneceres , atardeceres o noches extravagantes; incluso con las normales, aquellas noches que no tienen nada de especial pero tú sabes darles un sabor único, como se sorbe el buen café en cualquier taza.
Haces de cada momento que sea más interesante, más significativo; qué más da cuánto tiempo sea si parece cosmopólita, así de hermoso es el tiempo que compartimos.
Este es de esos otoños que no se perderán de mis momentos entrañables, aún cuando se pierdan en el espacio y tiempo, aquí estará siempre conmigo, con esta forma de querernos y tenernos tan misteriosa.

Autumn Mond *

miércoles, 22 de mayo de 2013

De la locura I

[Un amanecer cualquiera en domingo sin futbol]

Sonó el reloj, era la hora para olvidar, ella no sabía qué; sólo sabía que la hora marcada estaba latente resonando en el buró, aquel que guardó durante muchas  estaciones atrás, las manecillas sólo marcaban una sombra que no traía nombre.
Se le desvestían los hombros mientras se negaba a levantarse aún. Imaginaba  el cabello grueso y necio de aquel hombre revolcándole la espalda, besándole el primer bostezo contenido de esa mañana nublada. Desnudó el resto de su cuerpo y seguía merodeando las sábanas, inhalando un olor a tierra mojada con ligeros bosquejos de fresas y tabaco.
Tensaba sus piernas y levantaba las manos como si abrazara a alguien, su figura se detuvo en el reflejo de su ventana; miraba hacia el cielo como si buscara algo, a alguien; las gotas de lluvia comenzaban a resbalar discretas.
"Pude quererle más, pudo haberme embriagado más el corazón de amor que la cabeza de ideas estúpidas" - pensaba mientras sus manos frías encontraban su taza de café.
Pasaron 37 minutos mientras ella fijaba sus reclamos a la lluvia que resonaba en sus ojios; los llenaba y vaciaba como si fueran cántaros bajo cascadas; se mutilaba las ganas de grabar aquel nombre en los cuadros de su cuarto.
Desnuda, sale a la terraza; deja que la lluvia la envuelva toda, quería limpiarse los besos que tenía y no le restregó; abría los brazos hacia el cielo para dejarse tomar por las caricias que a cualquiera arrebata una mañana de lluvia.
Un cuarto de hora estuvo dejándose arrastrar por la lluvia, ella sabía que eran las ganas que él se había reservado con ella (al menos de eso se convencía), por miedo a que rompiera -más que las ganas-  aquel corazón temeroso de latir exhalando suspiros de amor.
Regresó a su cama, dejó su cuerpo secar a la escasa luz que el día regalaba, miraba la única fotografía que tenía con él, la volteaba, la arrugaba, la volvía a formar; que belleza haberle dado trozos de su locura.
Ya habían pasado 2 horas desde que ella despertó, entonces escuchó la alarma, ya era hora de prepararse el próximo café.

"¡No se te olvide bajar con ropa!, a Sancho (su perro) siempre le gusta encimarse contigo" - le gritó el hombre al que debía olvidar hacía dos horas.

C o n t i n u a r á  . . .
(Possibly maybe)

Annaira Mond *

lunes, 20 de mayo de 2013

Delirios de cordura II


[Recortándole pedazos al cielo]
Delirios de cordura II
Capítulo sin registro (aún)

Suena > El corazón variable en palpitar

Estaba sentada en un jardín de gotas perfumadas, la romántica escena de enfrente se había desvanecido; la tarde se había fulminado en un suspiro, de esos que parece que te traen el sabor dulce de un mango en el paladar.
Le estaba contando a mis ojos que no deben dormitar si te estoy mirando en cada espacio del viento; ese viento que pretende girar y revolver mi cabello escurrido entre mi cara. El señor de los helados ya no me insistió, cada vez que me ofrecía comprarle uno; le decía que mi  vida había estado de saturada de dulzura fría y, ya no quería encariñarme con un nuevo sabor empalagoso ; yo tengo mi sabor favorito (creo). 
¿Qué melodía exhala tu boca?, no recuerdo haberla registrado en mi memoria, así no puedo extrañarte; supongo.  Vamos a robarle un pedazo de infinito al cielo, le recorté un pedacito para dártelo, sin que te niegues a caer en la profundidad de un corazón en éxtasis de seguir sintiendo tu sonrisa apretándolo a tu pecho. Se le hizo temprano a tus ganas de correr, ¿no te quedas a la hora de los abrazos plegados de verano?; deberías dejarte caer la estupidez del corazón, no viste bien con tus ganas de quererme. ¡Vamos!, ya está hirviendo el agua.

Annaira Mond * 

lunes, 13 de mayo de 2013

Delirios de cordura I


[Leyéndole historias a las estrellas]
Delirios de cordura
Capítulo sin registro

No hay más agua en la tetera,  ¿en dónde dejé el azúcar?,  seguro la dejé cuando asomaba la cabeza por la ventana de tu cariño –ese cariño intermitente, por cierto-, por ahí a un lado de tu mirada fija.
 Aún no logro recordar la letra de la canción que tarareo sin pausa en mi cabeza llena de caos; ese caos inmenso, tan lejos de mí y tan cerca de ti; tan distante de ser lejano y tan hermoso que parece un caos perfecto, ¿ya me encontraste en  tu sonrisa?; a veces me cuestiono respuestas que quiero leerte en los ojos, sí… esos ojos tan impacientes de lo extraordinario, como los gatos egipcios haciendo malabares de humanos, o un corazón seco florecer; acaso sólo son intervalos de delirio dentro de mi estado permanente de aislamiento, o , no sé; la magia me hace leer diferente los jeroglíficos de tu encanto o, ¿desencanto?.  Me contaba la mesa que le hace falta esa satírica forma de decirte te quiero, poniéndote un beso en tu frente fruncida de miedo  -sí, miedo de que te dijera “te quiero”- creo. 
Deberíamos escuchar menos silencio y más explosiones cósmicas de sentimientos, ¿no crees?; aunque sea leyéndonos a Bukowski o a Poe, o inventando historias de terror mientras andamos viviendo una de amor… ¿o el amor es terror; o al revés? 
Extraño los interlineados de acción verbal, en los que tú eres mi sujeto y la vida el predicado; yo te verso y tú me besas; tú entiendes, ¿verdad? Ya no te conté de la luna porque la adoptaste a tu ventana, sé que te acuerdas de vez en cuando en el pánico que te da perderme , y a veces recuerdas –quizá-, el pánico que tienes de tenerme. Me quieres muy a la Sabines, muy a la… “no sé”, así ; me quieres sin saber cuánto ni saber cómo, deberías dejar estallar tu cosmos con mi galaxia… somos un caos complementario, con tu sonrisa muda y mi risa explosiva; tus suspiros de madrugada y mis ganas de impregnar mis segundos de cordura en tu cachito de sueño que tienes guardado para mí.
¿Dormimos?, ya no aguanto las ganas de abrazarme y dejar de extraviarme en tu nombre que no puedo pronunciar sin sentir espasmos ventriculares; ¿tienes hambre?, vamos.

Annaira Mond   

domingo, 28 de abril de 2013

Entre el sí y el no

[abril 2013]

Nota: Con espasmos ventriculares alternos

Se le escapó un suspiro al candado,
llenó de silencio el cantar de la noche.

Puedo comerte en cada palabra, es decir;
devorarte con mi sonrisa y mi deseo imperativo;
hacer crujir tu risa discreta y silenciosa,
volarte entre nubes kilométricas;
devorarme las ganas de estar ahí, contigo.

Llenaste de turbulencia el vuelo de mis alas,
como si las quisieras arraigar a tu espalda;
las contagiaste de un viento repleto de rareza,
corrompiendo su estabilidad en el cielo.

¿Acaso es que no nos cansaremos de fingir demencia?
demencia de hacer de cuenta que la locura no nos une.
De más está contarte... que he soñado contigo,
te lo he confesado en interlineados, te lo he dicho en versos.

Entre el sí y el no... está latente una posibilidad,
un tal vez que no determina perder o ganar;
sólo hacerlo surgir, vivirlo, amarrarlo a un .

Mond *



lunes, 1 de abril de 2013

¿Te conté...?

[Capítulo no registrado]

Notas de aquel momento [no sé qué año, no sé qué mes]
Hora: Amaneciendo [entre cigarrillos]

Escuché cantar al trovador,
allá, en aquel reproductor viejo;
entonaba la canción de tu recuerdo,
sí... tu recuerdo: el recuerdo de tus ojos
pinceleados en el color de la pared enfrente,
el olor de tus abrazos quebrantados se
desprendía de una pipa del anciano del 35.

¿Cómo no mirar la luz de los autos?,
esperaba que tus zapatos ultrajaran el pavimento.
Me acordé de alguno de nuestros primeros besos,
o últimos, ¿qué mas da?... tus labios temblorosos
sabían a menta con café, podía oler tu  mejilla sonrojada,
tenía colores del atardecer que nos regalaba el horizonte y...
¡cómo olvidar tus manos tímidas arraigadas a mi suéter!,
recuerdo ese beso como se puede memorizar un verso de Sabines:
frágil, inmenso, marcando el corazón.

Se le acabó la tinta a las cartas que te había escrito,
ya no me acuerdo en qué momento tenía que dártelas;
estrangulaba el miedo de quererte cuando tenía cerca tu voz,
manejaba el volumen de mis suspiros en tu ausencia;
te recitaba poesía en cada minuto que estaba contigo;
te escribía con soles y nubes para no dejarte ir de mí.

¿Te conté que te olvidé?, pasó una noche, así de repente;
mientras volvía a encontrar tu perfume en mi almohada,
te olvidé y entonces, te volviste a meter en mis versos, fue cuando
volví a enamorarme de ti.... o de tu ausencia inquieta en el insomnio
frío de las noches que no te he extrañado.

[Mond]
Arianna Luján








miércoles, 9 de enero de 2013

Fragmentos de/para ti

09/Enero/2013

Estuve buscándole palabras al "amor"
y sólo podía recordar tu sonrisa aperlada,
iluminada por aquel rayo amaneciendo;
tu aliento sobre mis hombros si me abrazas,
tus palabras bruscas y profundas si me escribes.

¿Amor?, tú eres amor mi amor; mí amor.

Quise saber porqué te quiero  / amo,
intentaba concentrar esa explosión interna
en alguna única oración, verso o prosa.

Eres los mejores besos que he leído ,
los abrazos mejor rimados con mi espalda,
la sonrisa mejor escrita en mis suspiros,
el aroma perfectamente dibujado en
la proporción áurea de mis deseos;
la compilación literaria más preciada
de mi vida.

Son todos esos fragmentos de ti
que me hacen existir y me inyectan,
con una sensación agridulce ...
una dosis exacta de cordura para mi locura.

Sé que existes,
porque no eres una idea,
ocupas todos los llenos y vacíos
de mi espacio y mi tiempo,
aquí, allá; contigo, conmigo.

Te quiero/amo, sé que lo sabes;
de la eternidad a ahora y al revés.


Arianna Luján
[ Mond ]