viernes, 31 de mayo de 2013

Café I [Tango] 

Historias de café
Capítulo XXIV [Parte I]

[Tango en la fuente]

Sentada en la mesa del rincón, puedo contemplar la soledad de tres parejas en diferentes lugares de este sitio. Traigo sabor a té chai verde, ya lo extrañaban mis cigarros; frappé, para variar lo cálido de la lengua antecedente. Desde hace unos 7 días me persiguen las abejas, ¿las persigo yo?; quizá sienten cómo se le escurren las letras empalagosas a mi ansiedad.

¿Ya nadie viene a tomar café con sí mismo?  Mi cabello exhala letras, mi piel -canela- contagia oraciones, mi boca atraganta versos, mis piernas corretean cuentos; mi mente no se queda quieta aquí.

El abrazo de sol ya hizo derretirse 1/3 de frappé, el teléfono suena y no contestaré, hoy quise... quiero quedarme un instante en silencio, ese que delira, que destila una calma caótica. ¡La fuente canta, baila!, el agua corre y regresa dentro de ella, como el viento sobre mis hombros restregándole aspiraciones consternadas, como los niños con su pelota; como tu nombre a mi boca estremecida y sin lucidez.

El atardecer se marcha, son apenas las 8:33pm. Un señor, de edad que sugiere experiencia -su cabello reluciente a los ya escasos rayos del día lo refieren-, se sienta en la mesa de enfrente; abre un periódico y comienza a leer mientras le pide al mesero un "americano". Como yo, el señor observa a la gente tras las hojas rugosas del periódico; puedo sentir sus ojos cansados sombre mi silla, sobre el cenicero en medio de la mesa... sobre mí -sobre todo-; ¿qué historia estará escribiendo su mente?, me comía las ganas de decirle "No señor, nadie me ha dejado plantada, hoy tuve una cita conmigo".

Se iluminan espacios en la plazuela, la gente se va quedando quieta y sin tanto gritar. Me pregunta la consciencia: "¿Cuál es tu nombre sin formalidades de convivencia?, ¿qué estarás haciendo mientras, como yo, aguardas nuestro encuentro? ", seguro vas regándote por ahí, como lluvia sobre las parcelas; como mar aterrizando esporádicamente en la arena.

El último tercio del frappé se consumió, detuve mis manos: una abrazando el bolígrafo, otra apretándome el cuello. "¿Un americano?", escuché; era el mesero que había llegado a irrumpir un suspiro. "Sí, normal", contesté sin darle mucho vuelo. Él se quedó parado frente a mí, la fuente dejaba escucharse otra vez: Carmina Burana... levanté en ese momento los ojos y él me miraba. "¿Quieres algo más?", sus ojos estaban curiosos tratando de descubrir qué -o a quién- le estaba escribiendo sin dejarme distraer. "Nada más... gracias", contesté dándole una sonrisa suave mientras apresurada regresaba los ojos al papel, estaba cubierto de una luz grisácea; la luna puso un sello acá.

Me rendí al encanto de la noche, dejé caerme en la silla mientras dejaba que el viento tomara mis mejillas; traía rezago del agua de la fuente. Revolotearon suspiros en las paredes de mi boca; una abeja sigue rondando mi lugar.
Café... tan oscuro como el tenue contraste que te dejas proyectar; marrón, ese es el color de las miradas que he dejar caer sobre mi "él"... sobre el TÚ.

Te comparto esta pieza, esta fuente; te regalo un secreto... ¿quieres?


M o n d *

jueves, 30 de mayo de 2013

Encontrándome contigo


Suena: Summer overture y un respirar inestable

Se extingue la fuerza de este cuerpo inquieto,
los días , las horas, los momentos quedaron;
se me escapan en cada paso, en cada vistazo;
emanan como fuego en hoguera a cada inhalo-exhalo.

Se contraen los músculos, se aceleran los pálpitos;
la sangre y el agua hacen una guerra en las venas,
los pulmones compadecen a mi voz si acaso me quedo en silencio.

Desnúdame la boca, los labios; deja exhibo mis versos en tu piel;
desabróchame los brazos para dejarme adherirme a tus ganas;
desenreda el montón de hilo que detiene mi aliento, déjame decir tu nombre.
Adéntrate a mis risas, mi sonrisa torpe si llegase a ver tus ojos;
quiébrame las noches susurrándome "te espero".

Amárrame a tus soles de cada amanecer,
cárgame en los hombros de los atardeceres desnudos de miedo;
embriágame de ti, para anochecer juntos en el insomnio veraniego.

No busques mi mano, encuentra mis alas abiertas;
no vivas soñándome, duerme abrazándome.
No me llames, búscame en tu pudor más discreto.
¡Ven!, tenemos erotismo en escurridizo cariño qué entregarnos.

Mond*

lunes, 27 de mayo de 2013

Sin título

Sin título
(Está lleno de ti)

Cuéntame, no detengas la saliva;
deja que tu lengua abrace mi piel,
con tus manos desvanece la infortunia,
déjate caer en mi sonrisa sin miel.

Que los estragos de las sombras
queden sin apetito de devorarnos, amor...
¡Amor!, sí, tú has destendido la cama,
cúbrete con mis caricias si me nombras,
escóndete... ¡bien desnudo entre mis piernas!
Desmenuza los nuditos de mi respiración quemada,
reviéntame las palabras guardadas;
atraviésame en sueños como si fuésemos dos lunas en la Tierra.

De ti ganas; ganas de ti,
se me rasgan los suspiros en intervalos sin aire,
me estrangulas entre la almohada sin querer;
me derrites... con tu nombre escrita en mi pared,
aquella de mis muslos que te atrapa y te deja ser.

¡No te hagas esperar!,
déjame expandidas tus ganas de querer,
que no te impida tu miedo dejarnos crecer.
Intimídame... sin quererme perder.


Mond

sábado, 25 de mayo de 2013

De la lluvia en otoño

[Al costado del otoño que cae en mi nostalgia amorosa]
> Escuchando tu voz en el silencio.

¿Sabes? , bueno sí, sí sabes; que me gusta la lluvia, escuchar si estoy en la cama cómo caen las gotas por aquel espacio en el que me siento a contemplar la luna, ver las ventanas repletas de éstas mientras caen por efecto de la gravedad a la superficie plana más cercana.
Me gusta sentir la frialdad de la lluvia sobre mi piel cuando voy caminando sin poder ver nada de lo que está enfrente de mí, me gusta la lluvia.
Hoy es un domingo con lluvia, de esa que me regala la vida para tener un poquito más de ti, no es que en días más normales no te tenga, te tengo; sólo es más fuerte ese golpe mental de tu figura, del baúl de la vida que me hace un retrato en las sonrisas con tu fisionomía.
Me gusta la lluvia, me gusta el domingo; me encanta el domingo con lluvia, lluvia de ti que emerge en mi aguda y torpe redacción metonímica a veces, pero... ¿sabes? esto no estoy segura de que lo sepas, me gusta más tu sonrisa, ese matiz; reflejo de tus ojos en la naturaleza, en los edificios, sobre mí; siempre me quedaría contigo, con lluvia o con sol, con amaneceres , atardeceres o noches extravagantes; incluso con las normales, aquellas noches que no tienen nada de especial pero tú sabes darles un sabor único, como se sorbe el buen café en cualquier taza.
Haces de cada momento que sea más interesante, más significativo; qué más da cuánto tiempo sea si parece cosmopólita, así de hermoso es el tiempo que compartimos.
Este es de esos otoños que no se perderán de mis momentos entrañables, aún cuando se pierdan en el espacio y tiempo, aquí estará siempre conmigo, con esta forma de querernos y tenernos tan misteriosa.

Autumn Mond *

miércoles, 22 de mayo de 2013

De la locura I

[Un amanecer cualquiera en domingo sin futbol]

Sonó el reloj, era la hora para olvidar, ella no sabía qué; sólo sabía que la hora marcada estaba latente resonando en el buró, aquel que guardó durante muchas  estaciones atrás, las manecillas sólo marcaban una sombra que no traía nombre.
Se le desvestían los hombros mientras se negaba a levantarse aún. Imaginaba  el cabello grueso y necio de aquel hombre revolcándole la espalda, besándole el primer bostezo contenido de esa mañana nublada. Desnudó el resto de su cuerpo y seguía merodeando las sábanas, inhalando un olor a tierra mojada con ligeros bosquejos de fresas y tabaco.
Tensaba sus piernas y levantaba las manos como si abrazara a alguien, su figura se detuvo en el reflejo de su ventana; miraba hacia el cielo como si buscara algo, a alguien; las gotas de lluvia comenzaban a resbalar discretas.
"Pude quererle más, pudo haberme embriagado más el corazón de amor que la cabeza de ideas estúpidas" - pensaba mientras sus manos frías encontraban su taza de café.
Pasaron 37 minutos mientras ella fijaba sus reclamos a la lluvia que resonaba en sus ojios; los llenaba y vaciaba como si fueran cántaros bajo cascadas; se mutilaba las ganas de grabar aquel nombre en los cuadros de su cuarto.
Desnuda, sale a la terraza; deja que la lluvia la envuelva toda, quería limpiarse los besos que tenía y no le restregó; abría los brazos hacia el cielo para dejarse tomar por las caricias que a cualquiera arrebata una mañana de lluvia.
Un cuarto de hora estuvo dejándose arrastrar por la lluvia, ella sabía que eran las ganas que él se había reservado con ella (al menos de eso se convencía), por miedo a que rompiera -más que las ganas-  aquel corazón temeroso de latir exhalando suspiros de amor.
Regresó a su cama, dejó su cuerpo secar a la escasa luz que el día regalaba, miraba la única fotografía que tenía con él, la volteaba, la arrugaba, la volvía a formar; que belleza haberle dado trozos de su locura.
Ya habían pasado 2 horas desde que ella despertó, entonces escuchó la alarma, ya era hora de prepararse el próximo café.

"¡No se te olvide bajar con ropa!, a Sancho (su perro) siempre le gusta encimarse contigo" - le gritó el hombre al que debía olvidar hacía dos horas.

C o n t i n u a r á  . . .
(Possibly maybe)

Annaira Mond *

lunes, 20 de mayo de 2013

Delirios de cordura II


[Recortándole pedazos al cielo]
Delirios de cordura II
Capítulo sin registro (aún)

Suena > El corazón variable en palpitar

Estaba sentada en un jardín de gotas perfumadas, la romántica escena de enfrente se había desvanecido; la tarde se había fulminado en un suspiro, de esos que parece que te traen el sabor dulce de un mango en el paladar.
Le estaba contando a mis ojos que no deben dormitar si te estoy mirando en cada espacio del viento; ese viento que pretende girar y revolver mi cabello escurrido entre mi cara. El señor de los helados ya no me insistió, cada vez que me ofrecía comprarle uno; le decía que mi  vida había estado de saturada de dulzura fría y, ya no quería encariñarme con un nuevo sabor empalagoso ; yo tengo mi sabor favorito (creo). 
¿Qué melodía exhala tu boca?, no recuerdo haberla registrado en mi memoria, así no puedo extrañarte; supongo.  Vamos a robarle un pedazo de infinito al cielo, le recorté un pedacito para dártelo, sin que te niegues a caer en la profundidad de un corazón en éxtasis de seguir sintiendo tu sonrisa apretándolo a tu pecho. Se le hizo temprano a tus ganas de correr, ¿no te quedas a la hora de los abrazos plegados de verano?; deberías dejarte caer la estupidez del corazón, no viste bien con tus ganas de quererme. ¡Vamos!, ya está hirviendo el agua.

Annaira Mond * 

lunes, 13 de mayo de 2013

Delirios de cordura I


[Leyéndole historias a las estrellas]
Delirios de cordura
Capítulo sin registro

No hay más agua en la tetera,  ¿en dónde dejé el azúcar?,  seguro la dejé cuando asomaba la cabeza por la ventana de tu cariño –ese cariño intermitente, por cierto-, por ahí a un lado de tu mirada fija.
 Aún no logro recordar la letra de la canción que tarareo sin pausa en mi cabeza llena de caos; ese caos inmenso, tan lejos de mí y tan cerca de ti; tan distante de ser lejano y tan hermoso que parece un caos perfecto, ¿ya me encontraste en  tu sonrisa?; a veces me cuestiono respuestas que quiero leerte en los ojos, sí… esos ojos tan impacientes de lo extraordinario, como los gatos egipcios haciendo malabares de humanos, o un corazón seco florecer; acaso sólo son intervalos de delirio dentro de mi estado permanente de aislamiento, o , no sé; la magia me hace leer diferente los jeroglíficos de tu encanto o, ¿desencanto?.  Me contaba la mesa que le hace falta esa satírica forma de decirte te quiero, poniéndote un beso en tu frente fruncida de miedo  -sí, miedo de que te dijera “te quiero”- creo. 
Deberíamos escuchar menos silencio y más explosiones cósmicas de sentimientos, ¿no crees?; aunque sea leyéndonos a Bukowski o a Poe, o inventando historias de terror mientras andamos viviendo una de amor… ¿o el amor es terror; o al revés? 
Extraño los interlineados de acción verbal, en los que tú eres mi sujeto y la vida el predicado; yo te verso y tú me besas; tú entiendes, ¿verdad? Ya no te conté de la luna porque la adoptaste a tu ventana, sé que te acuerdas de vez en cuando en el pánico que te da perderme , y a veces recuerdas –quizá-, el pánico que tienes de tenerme. Me quieres muy a la Sabines, muy a la… “no sé”, así ; me quieres sin saber cuánto ni saber cómo, deberías dejar estallar tu cosmos con mi galaxia… somos un caos complementario, con tu sonrisa muda y mi risa explosiva; tus suspiros de madrugada y mis ganas de impregnar mis segundos de cordura en tu cachito de sueño que tienes guardado para mí.
¿Dormimos?, ya no aguanto las ganas de abrazarme y dejar de extraviarme en tu nombre que no puedo pronunciar sin sentir espasmos ventriculares; ¿tienes hambre?, vamos.

Annaira Mond