jueves, 27 de noviembre de 2014

Fragmentos de melancolía IV















La capacidad de extrañarte

16 grados que se sienten como -6...
como los meses que he estado sin tus palabras;
el poder de tus tonterías y coloquialismos
que me hacían volver a un sueño todas las lunas.

El único recuerdo de tu fonética es un maullido
que me estremece cada que lo escucho,
me provoca nostalgia del arcoiris francés;
la fuente de los candados y tu cabello enamarañado;
la capacidad de extrañarte es más grande que mi castigo a olvidarte.

Podría esconderte del mundo cuerdo;
te recuerdo con los gatos que se restriegan en mis piernas,
los gigantes caninos que me persiguen en las calles de esta ciudad;
podría seguir negándome al sentimentalismo de añorarte,
dejar de leerte cada vez que tengo oportunidad...
podría seguir la vida sin decir tu nombre;
pero no puedo negar nunca que te he amado sin poder tenerte.

Cada crisis melancólica lleva matices tuyos,
versos que no llegan a rima ni lectura;
incoherencias de estrategias para que sepas cuánto te quiero,
estupideces que me hacen embellecer la niebla con líneas de Asimov.

Tienes un poder tan grande,
que aunque nunca pude besar tu frente,
tocar tus manos suaves y esponjososas o
escuchar un te quiero de tu boca apetecible a mis besos...
te quiero, y siempre te traigo en los microinfartos cotidianos.

La capacidad de extrañarte quizá es más grande que mi capacidad de quererte,
por ser cobarde y no querer escapar de la realidad amordazante;
la capacidad que tiene mi sentimentalismo de pensarte...
supera cada intento banal para quebrar tu estancia en mi vida.

La vuelta a la manzana no es suficiente para esconderte,
el resonar de Adele tampoco te harán volver,
no recordarás el capítulo 7 de mi libro favorito;
ni cómo me gusta el café o cuántas tazas consumo diario;
olvidaste cómo me río y qué tanto me gustaba pelear contigo,
tampoco piensas en la visita que te haría para andar en la orilla de la playa
y gritar un gol juntos; treparme a tu espalda en la plaza
y tirarte al pasto estrujando tus brazos torpes y gorditos.

La capacidad de extrañarte... ¡si tan sólo tú me pensaras!

Mond*

martes, 25 de noviembre de 2014

Fragmentos de melancolía III

* Las formas de decir "te quiero" *

Tú tienes una facilidad de hacerme reír,
de caer en el pasto y poder sentir tus brazos.

Eres de esas realidades que no se creen;
tan lleno de una rareza extravagante,
a veces serio y callado... a veces alegre y bobo.

Quizá sólo hablo de un recuerdo, un anhelo;
tal vez es el deseo de que aún me quieras.

Tus formas de decir "te quiero" puedo interpretarlas,
con las canciones; los libros de los que hablamos,
las películas que hemos querido ver juntos.

Mi forma de decirte "te quiero" son más tontas;
te sonrío, te quiero, te desespero.
Te hablo de versos y no de guerras;
de magia y emociones; de la importancia de la locura;
tú me hablas de realidades alternas, el realismo;
de la imposibilidad de la locura como tal.

Yo te hablo de Sabines, Cortázar, incluso de Benedetti;
tú me cuentas de Schopenhauer, Fibonacci, Bukowski...
y aunque extraño, siempre conocemos de lo que hablamos.
Coincidimos con algunos clásicos y aventuramos con ideología.

Hemos dicho "te quiero" sin tener que destender las sábanas;
bailando en la madrugada en una luna veraniega con olor a otoño sin música;
cuando te acercas y me intimidas, me estremezco; te quiero.

Qué importa lo que pudimos herir nuestros corazones,
la utopía del amor perfecto ha sido siempre -y sólo- contigo.

Qué importa que en realidad no me quieras,
que sólo sean la imaginación de algo inalcanzable;
qué importa que sea mentira... no te espero,
no te sueño; no necesito tu cuerpo...
sólo te amo, de la forma más melancólica y real
que he podido amar a alguien.

Mis formas de decir "te quiero"
nunca dejarán de ser únicas para ti.

Mi melancolía la disfruto y las gozo,
tu personalidad nostálgica complementa mi loca cordura.

Mond*




martes, 4 de noviembre de 2014

Paréntesis : El destructor

Para ti, que siempre hiciste de mis días un tormento;
quisiera decirte cuán desdichado heriste un amor puro,
ese amor que veía con esperanza tu desquebrajada vida.

Venías y te ibas, como estación del año;
la diferencia era que llegabas cual tornado,
destruyendo todo lo bueno que había en mí;
lo despojabas de aquí para llevártelo en ti...
te aprovechaste de esa sensibilidad estúpida que tengo
de dar más de lo permitido, para dejarme vacía de mí. 

Para ti, que sin escrúpulos me atrapaste con mentiras;
te digo que agradezco tu desafortunada aparición en mi vida;
porque fui capaz de dejar todo y llegar con nada... ni un corazón herido. 
Te agradezco el ultrajo a mis sentimientos 
y el desconsiderado ímpetu de engaño a tus promesas;
las alas rotas, las heridas sin remedios.  

Para ti, que insististe en destruir más mi vida,
te comunico de la violación a mi confianza y valores;
informo que me quebraste e incendiaste emociones guardadas.
Por querer reparar tu corazón encapsulado, me distraje;
dejé que me arrastraras a tu manía programada.

Para ti, que decías que aún me amas;
espero haber sido un juguete divertido;
un espejo de algún sueño anhelado...

Para ti, que te amé ...
que los días sean soleados 
y tus amores perduren en años.

Para ti, destructor de mí;
que nunca te vacíen lo que robaste de mí;
porque entonces serán cómplices del crimen sin sentencia.


Para ti... fue todo para ti. 
para mi... ¿qué me quedó a mí? 


Mond*