lunes, 17 de febrero de 2014

Utopías del amor VII

Vos con té

Tienes el enigma en tu nombre y la locura en la palabra silenciosa, te escribo por no tenerte; te tengo por extrañarte. Te dejo porque me avientas.

El coraje no fue parte de nosotros, no estuviste del otro lado del puente -como lo ha dicho Julio- , abandonabas el puesto por temor a no tenernos; ¿te tuve?, nos perdimos; ¿me querías?

Tienes el acertijo en la mirada y el laberinto en la voz; aquel que podía llevarme a derramar todo el amor. Controlas tu cordura sin hacer tanto uso de la locura de amor, el amor que no sabes si existe, que no sabes cómo fue. No pude amarte totalmente, sólo pude darte unas espolvoreadas de cariño, ansiaba desbordarme contigo la erupción del amor sin desmesurado, incontenible; devastador.

Me aventaste al precipicio y mis alas até a tu cariño, la esperanza no muere aún cuando lo clavas con olvido. Hice lo que me pediste y dejé libre tu cariño, libre de poder enamorarse; libre de no tener qué esperarme.

Un té para los nervios, esos nervios de no volver a extrañarte. ¿Tu taza con azúcar o con miel?  , no puedo volar al horizonte, porque en el viento siempre hay una vertiente que me devuelve al lugar donde habitan mis sueños, donde me dejaste y te estás desvaneciendo.

Señálame como más le convenga a tu olvido, como menos culpa cargue el dolor; sólo no olvides que te quiero, y por mi parte; no te encerraré al desprecio ni te arrojaré al precipicio del olvido.

No me dueles, tú me insomnio.

Te Cortázar con mucho Benedetti.

Mond*