sábado, 5 de septiembre de 2015

LUCIDEZ Y AGONÍA - PARTE I

Caramelos ácidos

¿Hola?, quiero pensar que estás ahí, por ahí... tratando de esconder las palabras entre los gatos y estrujando los sentimientos con los perros. He tenido tanto qué decirte...¿cómo empiezo?,no sé. Se me entumen los labios cuando quiero mandarte algún mensaje de voz y se tuercen mis dedos si quiero escribirte; mi pecho se colapsa entre algunas lágrimas y mi espalda se hace un cuartel de sensaciones que deja inmóvil mis brazos.

¿Te quiero? , ¡claro que te quiero! Pero quizá no te quiero como deba hacerlo, es un cariño volátil: a veces quiero tenerte, otras ocasiones soy consciente y dejo que tus alas se revoloteen entre todo el hermoso paisaje que tiene tu libertad. No soy capaz de aprisionarte a las estresantes jornadas lidiando con mi histeria, no puedo dejar que mi ego decida atraparte en este caos que se siente como veneno... que va recorriendo la sangre, los sueños; que va invadiendo pensamientos, que se estanca en lapsos depresivos y en crisis destructivas.

Es irónico, ¿sabes?; entre más grande mi corazón, más pequeño es mi mundo. Debes saber que no renuncié a ti, que te extraño a cada luna y cada sol; debes entender que me herí más de lo que pude herirte y que sigo preguntándome si fue correcto... o si, en todo caso; debí dejar que te lastimaras con mis impulsivas lanzas de fuego, no sé si debí dejarte caer al precipicio en el que estoy cayendo... ¡ni siquiera sé si de verdad querías anclarte a mis huellas sensoriales!, pero en mis pensamientos --nunca lúcidos -- siempre pienso que me quieres, y quizá me recuerdes.
 
Mond*