lunes, 13 de junio de 2016

De las letras y otras formas de amar



Siempre se habla de miradas: que enamoran, que se extrañan,  que se reconocen, que conectan corazones; unas que denotan alegría,  tristeza o ausencia de un amor.

A mí me atrapan letras, letras cuyo sentimiento cuentan más que un par de ojos. Letras en donde se desnudan sentimientos y la personalidad del autor.

Me gustan las letras que cuentan historias de un atardecer, estaciones de tren y experiencias del ayer. Son letras sin tiempo, letras vigentes a la hora de leer.

Me atrapa el despojo de todo tabú y prejuicio, sin presunción ni apariencia de ser.

Letras amargas,  eróticas,  y de amor; con lluvia o diluvio, grandes arco iris e incluso estacionadas en melancolía o desdén. Letras que hablan de culturas,  léxicos, intertextos; cuentos, cronologías,  metáforas y residuos de historias de un país, un corazón; el ego, la furia, la traición o decepción. 

Suspenso,  psicología,  números; realismo,  manierismo,  paradoja y catarsis. Paz, armonía, locura; estragos de vidas paralelas y lejanías que unen versos, poemas, finales; principios.

Me gusta sentirme parte de lo que leo y la empatía con el autor, me atrapan las letras más que las miradas; me llevan directo a la vida y sus formas de existir. 

Siempre hay transparencia y maravilla de la verdadera forma de ser.

Todas cuentan la versión más sincera de quien supo desprender esa parte más entera, esa parte hecha trizas... esa parte recuperada, armoniosa. Partes que forman un todo. 

Me gustan los escritores, y sus letras que convidan pedacitos de sí. 

Mond*