(Historia de un amor que perdurará en suspiros desafiantes
al tiempo)
¿Te he
contado de las hojas ocres que cubren mi patio?
tal vez no
con las palabras correctas,
pero siempre
te hablo del otoño, te hablo de nosotros.
los frutos
cambian, el viento revoluciona,
las aves se
encuentran concentradas en su rama.
Citamos
poemas de Neruda, de Cortázar, de Sabines;
incluso nos
hemos unido con aquellos de Bukowski,
¿qué puede
ser más preciso que decirte “te quiero”
mientras mi
voz recita estos versos y mi corazón
palpita
nervioso cuando tus ojos me revelan la eternidad?
Fusionamos
palabras, discutimos ideas y siempre quedamos tú y yo,
entre el
silencio, entre las sombras, después de todo… de nada;
cogemos las
nubes, esas que parecen algodón en escala de grises,
las
envolvemos en abrazos efímeros, en sonrisas candentes.
Tu ego y mi
ego quedan dormidos cuando los dedos entrelazan suspiros,
cada vez que
nos quedamos en silencio y las hojas se revientan en la puerta.
Orquídeas,
somos como la orquídea oscura en las laderas de las montañas,
el misterio
de quererte no tiene gran importancia, siempre que te sienta;
que te tenga
y le pertenezcamos al mejor resonar de la vida,
hacemos eco
de la sensibilidad impenetrable por otros.
De noche te
tengo y al llegar los soles te sigo queriendo,
con tazas de
café y con amaneceres frescos;
entre el
olor a libros y cartas embellecidas con el tiempo.
Tengo
ansiedad de pensarte, no tengo necesidad de extrañarte.
Podría
extraviarme en tus brazos y reencontrarme con uno de tus besos,
encender la
chimenea , comer todos los frutos rojos,
juntar los
vegetales verdes, arder contigo entre alas licorosas;
soñar que no
soñamos y todo lo que somos no pertenece al tiempo,
ni siquiera
a la idea de la eternidad, nos pertenecemos en la melancolía de ser.
¿Qué somos
si no trozos de carne ansiosos de fundirse
con palabras
en silencio y textualizando cada uno de nuestros momentos?
Sé que
existes,
he robado el
aliento a esos hermosos y tímidos labios pudorosos,
he tocado tu
corazón cuando he aspirado el olor de tu piel,
hemos penetrado
en la catarsis uno del otro,
mezclado versos
con silencios ,
robado aliento
al tiempo que no nos tenemos.
¿Qué importa
el color de tus ojos?
la luna me
ha contado que son color “te quiero”,
que tu piel
tiene tonalidad otoñal,
porque los
amores de otoño pueden llegar a desafiar la eternidad.
¿Qué
importan los cuentos de amor que podamos descifrar?
al principio
de todo, siempre estará la historia que
con poemas y
reliquias, con truenos, lluvia y calurosos días,
Con sinfonías
y locura… nos pertenece a los dos.
Arianna Luján
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