lunes, 12 de marzo de 2018

Marzo

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Desperté tranquila, como (muy) pocos días. Abrí los ojos y me quedé mirando el buró. Traté de hacer coincidir la sensación que tenía antes de abrir los ojos con el escenario de la recámara.

No tiene qué ver con que sea domingo. Siento extraño el cuerpo, relajado; tal vez. Tengo algo en el rostro: una sonrisa sin sentido.

Te soñé, nos soñé.

Tenías tu camisa bonita, aquella que usaste la última vez que nos vimos; tus lentes con la patita rota y reconstruida. Tu voz serena, tu sonrisa tímida. Agarrabas tu nuca cuando te acercaste a mí.

Estaba tomando vino tinto; un vestido blanco y mi cabello alborotado. Te vi cuando ibas hacia mí, corrí a saludarte.


Es como si apenas hubiéramos estado juntos hace poco. Besé tu mejilla y golpeé tu espalda. Besabas mi frente y me abrazaste.

Me invitaste a bailar...

Me recordó un reencuentro; el mejor, el más intenso; el último hasta hoy.

Siempre te recuerdo porque me das calma; siempre te he querido porque contigo soy la mejor versión de todas.

Te soñé, nos soñé; ¿me llamaste?

Quedamos abrazando nuestras espaldas, sonriendo. Sintiendo la serenidad de los latidos, trazando la ruta de las estrellas hacia la Luna.

Nos soñé, nos quisimos.

Mond*


martes, 18 de julio de 2017

Latidos I


Entonces pasa.
Me gusta verte, contemplar tus gestos ingenuos que hacen titubear mis labios.
Ese caminar tan escuálido y singular que termina en una pose atractiva; esos pasos que anuncian que llegas a mis ojos.
Tu voz, no me canso de escucharte hablar. ¡Qué importa que sea política, tus melancolías o tus tonterías!
Porque tu mente es a café a las 7 de la mañana y un té a las 9.
Tus ojos, mirador de la dulzura desentrañada; locura del ruido del alma envenenada.
Entonces pasa... Me pasas.
Y eso es bello, y es extraño.
Y eres una Luna llena de mayo entre hojarascas de risueñas charlas.
Entonces pasa,  ¿me sucedes?

Mond*

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Retratos de una mente atrofiada I

No, no te tengo miedo.


Te abrazo, te he acariciado; es más,  te deseo con tantas fuerzas. 

¿Recuerdas que ya nos encontramos y me rechazaste? No, no huyo de ti... ¡te he exigido y buscado!

Sin embargo... siento pánico y taquicardia, dipnea y parálisis al saberte cerca de quienes amo.

Me dejaste seguir varias veces, aún cuando me abrazaba a tu sombra. Te llevas a quienes amo y acechas a quienes nunca deseo perder.

Te llevas partes de mí con ellos y me dejas sin concederme tu puerta...Me vacías, me llenas.

Eres como los amores que no se quedan pero siguen quitándote lo mejor que posees, eso que aviva el alma; esencia. 

Mond*


lunes, 15 de agosto de 2016

CAFEÍNA SIN AZÚCAR IV

No era algo extraordinario; a decir verdad era bastante común : sin interés en los versos ni ojos en la poesía, tenía faltas de ortografía y un libido promedio. No sabía de las dudas, corazones rotos, caos existencial... ni siquiera sabía admirar puestas de Sol o acariciar a la Luna.

Era torpe con las palabras y de silencios sin cautela, con simplicidad en sus desvelos y genuino desdén a la locura del vuelo.

Lo que me gustaba de su ordinariez, era la risa con la que coqueteaba con mis desdeñosa rutina;  su voz contando cuentos tontos y el romanticismo común de un cazador novato.

Me recordó la ingenuidad. Jugábamos sin piezas, reíamos sin prisa. Conocimos la ruina entre la que escarbábamos trozos de la osadía de llamarnos sin atraparnos.

No era algo extraordinario...era un cometa que, a la primer ráfaga de viento, se perdía entre las nubes sin resistencia a vivir una aventura.

Mond*

lunes, 13 de junio de 2016

De las letras y otras formas de amar



Siempre se habla de miradas: que enamoran, que se extrañan,  que se reconocen, que conectan corazones; unas que denotan alegría,  tristeza o ausencia de un amor.

A mí me atrapan letras, letras cuyo sentimiento cuentan más que un par de ojos. Letras en donde se desnudan sentimientos y la personalidad del autor.

Me gustan las letras que cuentan historias de un atardecer, estaciones de tren y experiencias del ayer. Son letras sin tiempo, letras vigentes a la hora de leer.

Me atrapa el despojo de todo tabú y prejuicio, sin presunción ni apariencia de ser.

Letras amargas,  eróticas,  y de amor; con lluvia o diluvio, grandes arco iris e incluso estacionadas en melancolía o desdén. Letras que hablan de culturas,  léxicos, intertextos; cuentos, cronologías,  metáforas y residuos de historias de un país, un corazón; el ego, la furia, la traición o decepción. 

Suspenso,  psicología,  números; realismo,  manierismo,  paradoja y catarsis. Paz, armonía, locura; estragos de vidas paralelas y lejanías que unen versos, poemas, finales; principios.

Me gusta sentirme parte de lo que leo y la empatía con el autor, me atrapan las letras más que las miradas; me llevan directo a la vida y sus formas de existir. 

Siempre hay transparencia y maravilla de la verdadera forma de ser.

Todas cuentan la versión más sincera de quien supo desprender esa parte más entera, esa parte hecha trizas... esa parte recuperada, armoniosa. Partes que forman un todo. 

Me gustan los escritores, y sus letras que convidan pedacitos de sí. 

Mond*

viernes, 29 de enero de 2016

CARTA AL CUENTA CUENTOS

Para usted que siempre pone manchas en mi nombre y denigra mi forma de amar, ¿qué sabe de mis besos si nunca se atrevió a sentir mis labios? ¿Qué puede saber de mi querer si siempre salió huyendo cuando le dedicaba algunos versos?, ¿qué sabe de querer si siempre cedió a sus caprichos?

¿Qué sabe de mi desnudez si ni siquiera podía ver mis ojos?, ¿qué puede decir de mi forma de hacer el amor si ni siquiera pudo apreciar la deformidad de mi cuerpo? Si nunca estuvo entre mis piernas y nunca abrazándome la espalda, ¿cómo puede hablar de mi putería, mi santidad o mi amorosa compañía?

Si me decía “te quiero” y después me lanzaba al vacío, ¿qué sabe usted de mi melancolía y mis brazos deteniendo la caída?

¿Qué sabe de mi forma de reír si siempre ignoró mis labios?, si cada semana le dedicaba versos y gramos de locura cálida, ¿qué sabe del otoño si siempre ha amado la primavera?

Cada pedazo de ego resaltado en usted, fue una embestida a mi querer… ¿qué puede saber de mí si siempre se trató de usted?, ¿qué sabe de querer a una mujer si siempre ha ganado partida su misoginia?

Si nunca me tuvo y menos me retuvo, si nunca se atrevió a vivirme como yo lo estaba viviendo; si en las noches era un imán y en el día una daga; si cada vez que le mostraba mis sentimientos ingenuos se burlaba; si nunca pude escuchar su voz o sentir su cariño… ¡¿qué puede saber de mi amor si nunca lo tuvo?!

¿Qué puedes decir de un libro que sólo mirabas sobre carátulas y nunca lo leíste y lo arrumbaste a un rinconcillo de tu casa? 


Así que usted, que no sabe nada de esto; ¿qué gana vociferando sobre una mujer más en el camino?, usted… ¿qué sabe del amor si nunca probó ni tuvo el mío?

Mond*

viernes, 22 de enero de 2016

LUCIDEZ Y AGONÍA - PARTE II

La sombra sin nombre

He estado pensando en ti, bebiendo tus suspiros lejanos; tratando de adivinar quién eres.
Tu silueta marca un cliché en el enredijo de mis pensamientos.
¿Cómo te llamas, qué buscas aquí?
Por esta montaña rusa no habrá diversión, en cada subida encontrarás algodones de azúcar color pastel; en las bajadas una destrucción infinita.
No te acerques a mis sueños, no te detengas en la media noche.
Ven a mí, detén tus labios sobre mis hombros; abraza mi nostalgia.
Permanece en los amaneceres, desata mi cordura… a cambio te ofrezco locura; esa que se remarca entre versos, risas estúpidas y un par de besos bajo tu nuca y tu frente.

¿Por qué me persigues?, ¿quieres mi melancolía?
Esas dosis de nicotina quizá alteran las horas, ¿vas detrás de mí sin querer alcanzarme?
Lluéveme, pero no te escondas; quiero ver esa tormenta que tienen tus ratos a solas.
Acércate, deja de esconderte entre nuestras sombras.
No, no me interesa conocer tus demonios ni tus desventuras; no quiero cargar tu resistencia a la vida. Tampoco me interesa saber quién te ha quebrantado o quién te golpeó el ego.
Déjame saber de tus sonrisas, comparte tus trocitos de realidad.
No me preguntes por qué está descompuesta mi capacidad de amar, acércate a mi cabello y déjate llevar.

¿Bailamos?, yo tampoco sé; vamos a intentar no pisar nuestros pasos. 

Mond