He estado pensando en
ti, bebiendo tus suspiros lejanos; tratando de adivinar quién eres.
Tu silueta marca un
cliché en el enredijo de mis pensamientos.
¿Cómo te llamas, qué
buscas aquí?
Por esta montaña rusa
no habrá diversión, en cada subida encontrarás algodones de azúcar color
pastel; en las bajadas una destrucción infinita.
No te acerques a mis
sueños, no te detengas en la media noche.
Ven a mí, detén tus
labios sobre mis hombros; abraza mi nostalgia.
Permanece en los
amaneceres, desata mi cordura… a cambio te ofrezco locura; esa que se remarca
entre versos, risas estúpidas y un par de besos bajo tu nuca y tu frente.
¿Por qué me persigues?,
¿quieres mi melancolía?
Esas dosis de nicotina
quizá alteran las horas, ¿vas detrás de mí sin querer alcanzarme?
Lluéveme, pero no te
escondas; quiero ver esa tormenta que tienen tus ratos a solas.
Acércate, deja de
esconderte entre nuestras sombras.
No, no me interesa
conocer tus demonios ni tus desventuras; no quiero cargar tu resistencia a la
vida. Tampoco me interesa saber quién te ha quebrantado o quién te golpeó el
ego.
Déjame saber de tus
sonrisas, comparte tus trocitos de realidad.
No me preguntes por
qué está descompuesta mi capacidad de amar, acércate a mi cabello y déjate
llevar.
¿Bailamos?, yo tampoco
sé; vamos a intentar no pisar nuestros pasos.
Mond
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