viernes, 15 de enero de 2016

CAFEÍNA SIN AZÚCAR III


La primera vez que te alejaste, conquisté el dolo y te dejé ir sin retenciones. 
Te amaba, te sentía; sabía que te había lastimado y no te detuve. 

Sentía suspenderme entre la vida y los sueños sin poder aspirar la vida, las letras. 

Dejé los escritos en cenizas para olvidar que te extrañaba más de lo evidente, 
dejé de fumar 3 semanas, dejé de comer 8 meses, dejé de dormir 6 horas.
Raspaba cachitos de tu presencia entre mis recuerdos y los versos, 
dibujé gatos en las paredes, en las hojas, en mis acuarelas. 

Vivía sabiendo que ya no tocaría el pedacito de nubes que me habías regalado, 
sin esperanzas de tener el cielo en los pensamientos ni tu idiotez en mi sonrisa. 

Cuando regresaste no supe qué decir, qué hacer, qué contar. 
Emergió la lava de emociones entre mis días y mis contracciones ventriculares. 
Y, sucede que; hasta ahora pude llorar el adiós. Hasta ahora dueles.
Te incrustas como cáncer que va expandiéndose a todo:
mi casa, mi cama, la oficina, los libros, mis ojos, mi espalda, mis fotos, mis ganas... mi mundo. 

Bebo 3 tazas de café antes de las 9, me alimento de nicotina con chai y almendras. No duermo. 
Yo te Cortázar, te Neruda... yo te Benedetti. 
Buena suerte, y hasta siempre

Mond*

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